sábado, 11 de abril de 2015

MERECE LA PENA




La pena que deja su ausencia.
La pena de saber que no se encontraran de nuevo las miradas, ni las sonrisas, ni las manos...
La de desconocer donde está y por qué se ha ido.
La que deja el teléfono mudo y la casa vacía. 

Esa que como una niebla densa, cae sobre uno, cuando el otro se va. 
Esa que duele físicamente.
Esa pena...

La merece.
Porque aprender de una madre que afronta con serenidad el destino, es un privilegio reservado sólo para unos pocos. 
Porque una relación basada en la complicidad, la admiración y el cariño profundo, da sentido a nuestra vida.

Y por el tiempo y el mimo empleado en cuidaros y protegeros mutuamente. Ella al principio de tu vida y tú, al final de la suya. 

Por eso merece la pena.

Porque por grande que parezca el sufrimiento...
Siempre será mayor, el amor que recibiste.




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