martes, 10 de abril de 2018

CERRANDO COMPUERTAS



A veces hay que blindarse por supervivencia.

La empatía es necesaria en numerosas situaciones sociales, pero en otras es nuestra peor condena.
Teniendo en cuenta que es lícito buscar el propio bienestar y que por muy buenas intenciones que tengamos, no siempre podemos o debemos anteponer las necesidades ajenas a las propias, es solo cuestión de tiempo que choquen dos intereses con alguna persona significativa de nuestro entorno, generando un conflicto y un malestar interno que exigen pronta resolución.

Unas veces lo haremos renunciando a las propias necesidades, rebajándolas de categoría, reprimiéndolas o posponiéndolas... en aras de un bien ajeno o común.
Pero otras, sin embargo,  habrá que defenderlas.

Será hora de cerrar compuertas para protegernos de reproches de variada intensidad, y sus consiguientes envites emocionales. Tanto más  blindaje cuanto más hábil sea manipulando el contrario. Hay que contener el aliento y esperar... sin perder de vista el objetivo.

Mantener la distancia emocional del cirujano con su paciente, que precisa toda la atención y concentración en sus habilidades, sin distracciones ni interferencias emocionales. Sin entrar a valorar la relaciones personales o las necesidades puntuales de esa persona concreta y de su familia. Sin dramas, solo centrado en lo realmente importante: salvar su vida.

Así, impermeables a las ondas expansivas de frustración o de ira ajenas. Cerrando a cal y canto el canal por el que permean culpabilidad y pena, aceptando que cuando la tormenta pase, seremos otros.

Renovados.

Más fuertes, más libres y más sabios.




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